Vaciar y llenar en la danza movimiento terapia

Si antes de la pandemia alguien me hubiera propuesto hacer una sesión de danza movimiento terapia, creo que mi mente racional se hubiera negado por completo. Hubiera pensado que era una cosa medio rara de gente que se juntaba a bailar y hablar de lo que le pasa. Algo que yo prefería dejar para los cumpleaños, casamientos o fiestas.
 
Mi primera experiencia de DMT, porque así se le llama a la danza movimiento terapia, fue en el transcurso de la pandemia de manera virtual. Me pareció realmente una cosa muy extraña,  la gente se presentaba moviendo su cuerpo y por dentro pensaba: yo y mis ideas. ¿Quién me mandó a meterme acá? .
 
Nos pidieron que nos acostáramos y pensé: esta es la mía. Creo que me puedo hacer una siesta. 
Sin embargo, después de relajar mi cuerpo a través de unos ejercicios de respiración, una barrera que parecía absolutamente invisible se cayó ante mis ojos. La barrera de tensiones que no me permitían escuchar lo que mi cuerpo estaba necesitando. La barrera de prejuicios que me hacían olvidar que mi mente debía alinearse con mi cuerpo para que mis acciones y decisiones fueran más íntegras, más completas, más yo.
 
Empecé a percibir lugares muy sutiles de mi cuerpo, que a través de moverme al compás de mi respiración, movilizando mi columna, empezaban a aflorar, de pronto, recuerdos, sensaciones. El mar, las olas, fluir. Me preguntaba en ese contexto qué me estaba impidiendo fluir de esa manera, dejarme llevar por ese mar y cada tanto descansar.
Ahora había tanto tiempo para descansar, sin poder salir, sin poder escapar a alguna milonga y, sin embargo, percibía estar más cansada que antes. Sentía que hacía mucho que mi cuerpo no fluía de esa manera. 
 
¿Qué pasa que mi columna está trabada y que sólo se destraba con una respiración más consciente?.
 
La rigidez de mi columna me recordó la rigidez de mis pensamientos. El aire ingresando por mi cuerpo, me conectó con la sensación de necesitar hacer espacio interno porque cada vez que respiraba más profundo pero también más consciente, sentía que tenía más lugar interno, como si pudiera encontrar más recovecos para explorar, oscuros, y a la vez, más vacío. 
 
Ese vacío me generaba una profunda incomodidad. Dejé que esa incomodidad arribara, la dejé acompañarme en ese viaje. Darme espacio, pensé, dejar de llenarme de cosas para tapar el vacío. Un vacío que me generaba dolor, incomodidad, pero que si lo observaba un poco más, capaz que me contaba algún cuento que me perdí.
 
Respirar, hacer lugar, llenarme de aire, vaciarme de él, para volverme a llenar. Sin ese vacío, no existe el llenado; sin una columna que pueda flexibilizarse, mis posibilidades de movimiento se achican. 
Ese vacío me contó el cuento de la respiración y me dijo que “respirar no es para sobrevivir, sino para recomenzar”. Empezar de nuevo, con algo aprendido y quizás si lo miro un poco más, lo respiro un poco más, logre transformarlo.
 
Gracias danza movimiento terapia por ayudarme a descubrirme en cada momento.
 

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